El hecho de estar en el elegido mundo en el que habitas, es lo que te acerca a la esmerada estancia en el íntegro estado de ser que se incorpora a la lección de la acción consciente en El Creador Dios a partir de la energía presente en el vínculo con el elaborado y especial, elegido y presente estado de SER.
La llamada que tu ser establece es la que te esclarece toda la aparente e inofensiva acción del ego en tu mente. Toda la esmerada acción tendiente a establecer una falsa identidad de tu ser, es lo que te incluye en una incorporación en la que el sentido de tu vida pierde todo significado al oscurecer tu Luz y al presentar tu existencia como el especial y necesario estado en el que tú no eres responsable de lo que ocurre en tu entorno, siendo precisamente éste el que te limita, te oprime, se opone a ti y a tus planes; convirtiéndose así en el primer enemigo que debes vencer para llegar a ser lo que consideras que deberías ser. La mente te coloca en una posición en la que tú te opones a lo que consideras está presente en tu experiencia y esa misma mente no te toma en consideración, por ser ese entorno el que dicta las pautas y el comportamiento de todos los seres presentes en tu vida.
El cambio de mentalidad que implica ser el responsable, el principal autor de la necesaria estadía de tu ser en el plano en que te encuentras, es la que te dice que no puedes estar a merced de lo que sucede en tu entorno. El primer paso en lo que representa un cambio en la percepción comienza con el reconocimiento de que el observador es aquel que presencia el entorno y saca de él la conclusión que le sirve para entenderlo. El hecho de poder ver el mundo coloca al observador en el lugar de testigo pero al mismo tiempo forma parte del ámbito de lo observado, ya que sin su presencia todo lo demás no podría ser, ni existir y ni siquiera podría contar con alguien que lo pudiese documentar.
El observador es, por lo tanto, el ser que ve el entorno, lo traduce, lo interpreta y le da un sentido en su mente. El problema es que al entrar en su mente, el ser condiciona su visión y esta sufre la limitación que crean las creencias, las opiniones, el pasado, las memorias, los miedos, las expectativas, las ilusiones, las carencias, en fin, todo esto se convierte en un verdadero filtro que procesa la observación y la traduce en un esmerado producto que pueda ser entendido, asimilado, digerido y utilizado por el observador. El hecho de tener un observador que contiene en su mente todo un cúmulo de conocimientos, experiencias, identidad y necesidades, es lo que hace que lo observado tenga un especial sentido que muy bien podría ser completamente diferente para otro observador del mismo hecho observado.
Esta es la razón por la que el observador termina viendo sólo lo que su mente le muestra y esto no es necesariamente lo que ocurre al exterior. La percepción es el activador de todo lo que se encuentra presente en la mente del observador. De allí que podemos concluir, como bien lo dice el maestro Jiddu Krishnamurti que “el observador es lo observado”, ya que lo observado es el activador de lo que se encuentra en la mente del observador, y es ese mismo observador el que, a partir de su experiencia, le asigna un significado un concepto, una etiqueta, una interpretación; a lo que se encuentra al exterior de él.
El ser que se integra como observador con lo observado es, por lo tanto, el ser que toma como referencia el entorno y se mira a sí mismo a través del espejo de lo que representa su ubicación, el lugar donde vive, su familia, su trabajo y sus compañeros de trabajo, sus amistades, en fin, todo el universo de sus relaciones que lo colocan frente a la realidad ineludible de que todo esto es parte de él. Es cada pieza del rompecabezas de tu existencia, el cuadro total y único de tu elegida estadía en este plano. El especial encuentro con cada pieza de tu rompecabezas es lo que te convierte en un ser que no está limitado por la frontera de su entidad física, y es el total del rompecabezas, la esfera que asume la realidad última del observador.
El hecho de poder afirmar que «el observador es lo observado», es lo que ahora nos permite ir más lejos aún al decir que tu ser es en realidad todo lo que tu observación abarca, y lo que veas es, por lo tanto, tu especial y única realidad en el presente.
¡Es así!
VÍCTOR