Identidad
El encanto que suscita el mundo es por la enorme cantidad de insumos que se producen con el objeto de servir de instrumentos de consumo para el ser humano. El significado de todo aquello que consumimos nos convierte en el inestimable objeto de la localización en el sentido de ofrecernos la posibilidad de identificarnos con lo que adquirimos.
El trasfondo de esta filosofía es muy particular ya que lo que somos es lo que no requiere de absolutamente nada para ser definido; pero al asociarlo a lo que es externo a nosotros estamos diciendo que somos lo que somos única y exclusivamente gracias a factores externos a nosotros, de allí el enorme y obsceno deseo de poseer para poder ser.
La elección de lo que es externo a nosotros como una manera de identificación es el resultado de nuestra infinita ignorancia en lo relativo a nuestra identidad. El «quienes somos» se transforma en el más grande misterio de nuestra vida, el significado de nuestra existencia se ahoga en medio de todo lo que adquirimos para tratar de identificarnos, cuando en realidad lo que hacemos es cada vez más alejarnos de nuestra naturaleza y nuestra verdadera identidad.
El concepto de marca es el resultado de la creación de una identidad corporativa que luego es utilizada para que nos identifique a nosotros, ¡qué sentido tiene esta iniciativa!
Si tu ser es capaz de crear desde un ínfimo objeto hasta la tecnología más desarrollada, entonces ¿el mérito es del objeto o del sujeto? El concepto de propiedad es la otra gran ilusión del ser en este plano ya que lo que el ser crea, adquiere, compra, elabora, diseña, ejecuta, interpreta, etc., etc., etc es considerado como un algo perteneciente a un alguien y ¿lo que ese alguien originó (ofreció) es la propiedad de él como autor (propietario), o del que lo está induciendo, justificando, promoviendo, consumiendo, necesitando, usando?…..
Si lo que es para tu uso no te pertenece a ti y es propiedad de alguien a quien debes pagar por su uso, disfrute, propiedad, consumo, deleite, en fin, por lo que significa que pueda estar en tu «poder», entonces, tendríamos que llegar a la lógica conclusión que tu cuerpo no es tuyo sino de aquel que lo creó y deberías ser tú quien pague durante toda tu vida por su uso, disfrute, empleo, desgaste, consumo, depreciación, degeneración….
En tu vida corporal está la clave de tu «astuta elección» del olvido de ti mismo ¿entiendes?
¡Es así!
URIEL
canalizado por Víctor